Durante el fin de semana recién pasado nos
hemos convocado 35 guías del Movimiento Marcha a mirar
en círculos.
¿Qué diablos significa esto Simplemente a mirar nuestra
vida, nuestra tarea y a nuestros peregrinos desde los
niveles del proceso Evangelizador.
Ponernos estos anteojos para mirar la
realidad que nos rodea y a nosotros mismos fue todo un
desafío. Mirar a nuestros destinatarios como parte de un
proceso largo y no como el fruto de tal, fue un gran
aporte. Del mismo modo mirarnos a nosotros mismos así,
fue desafiante y cuestionador, ya que nos invita a
seguir en ruta.
Hicimos un ejercicio práctico de mirar el
Reino y personalmente me sorprendió mucho que, el Reino
está tan sesgado para nosotros, no es que no creamos, es
que no lo vemos, no lo sentimos, y menos aún lo
descubrimos en algunos lugares. Eso nos cuestionó ¿cómo
abrir el corazón a los signos del Reino presente entre
nosotros...
En las conversaciones y trabajos de grupo
aparecía la vida y la pasión que nos mueve, cobrando
sentido para los guías que están para dar a conocer a
Jesús, desde los propios caminos de fe que van viviendo.
Esto nos cuestionó porque sin duda cada uno va
recorriendo su sendero de fe invitados a ir hacia la
conversión desde lo humano que somos, por la voluntad y
gracia del Espíritu.
También compartir la certeza de que los
guías del Movimiento se sientes profundamente amados por
el Señor, cuidados y confiados en él. Esto lo celebramos
junto a la Buena Madre el día sábado en la noche los
tres lugares predilectos se hicieron presente en esas
oraciones que fluían sinceramente desde cada uno a los
pies del altar.
Por último el domingo, luego de la
iluminación de Gesta en las palabras de Oscar Arias, nos
fuimos con la invitación de que el Reino y las acciones
que hiciéramos tenían que ser medidas por un solo
indicador: el amor. Así como nos sentimos amados y
queridos por Dios, también teníamos que amar y
entregarnos a los demás.