Desde el Colegio Marista Hermano Fernando hemos recibido
información de las celebraciones en que los niños y
niñas recordaron el paso de Jesús por sus vidas en este
tiempo de reflexión, pero también de alegría y
esperanza.
Este año del Centenario Marista hemos
tenido un tiempo especial del paso de Dios por nuestro
Colegio. Casi al iniciar el año, comenzamos la cuaresma
con la imposición de las cenizas, en ambos ciclos. En el
Segundo Ciclo, por ser los más grandes, contamos con la
presencia del Padre Marco, columbano. En una ceremonia
sencilla procurando darle el sentido, dado que muchos
de nuestros niños no son católicos , cada profesor
tutor impuso la ceniza a sus respectivos alumnos.
La Campaña de Fraternidad también tuvo su
momento especial de oración, motivada por el texto de la
ofrenda de la viuda (Lucas 21, 1-4). Un grupo de
profesores dio vida a este pasaje del Evangelio, que
ayudó a motivar a los niños a dar de lo poco que
tienen. Fue así como tuvimos dos semanas para reunir
dinero en las alcancías por curso. En las semanas
siguientes se realizó la invitación a llevar una
alcancía a cada familia, iniciativa que también se
amplió a toda la Comunidad Educativa. Las alcancías
fueron devueltas en Semana Santa.
Domingo de Ramos
La Semana Santa la iniciamos con la celebración del
Domingo de Ramos. En los cursos pequeños se recibió a
Jesús con cantos y ramos. El profesor Pablo Araya,
acompañado de un grupo de niños, puso en escena esta
entrada triunfal de Jesús.
En el Segundo Ciclo, la entrada de Jesús en Jerusalén
fue representada a través de la canción El Peregrino
de Ricardo Canta La Piedra. Jesús, interpretado por el
profesor Hernán Salvador, ingresó por en medio de los
niños, mientras estaban formados, causando sorpresa en
muchos de ellos. Finalizó dando la bendición a dos
alumnos por curso e invitándoles a ser fieles a Jesús
durante la semana que se iniciaba.
Oración fraterna
El día 19 de abril, el Segundo Ciclo recordó el Vía
Crucis de Jesús. Las estaciones fueron preparadas por
los distintos cursos que acompañaban este camino de la
cruz. La seriedad y orden que mantuvo la mayoría de los
niños fue admirable. Era la primera vez que se vivía
esto en el Colegio.
El Jueves Santo, día del amor fraterno, ambos ciclos
hicieron sus respectivas celebraciones. En el Primer
Ciclo, la profesora Claudia, acompañada de un grupo de
niños, realizó la representación de la Última Cena de
Jesús. Más tarde, cada curso acompañado de su tutor
compartió el pan y las uvas como signo de fraternidad y
unión entre ellos.
Al mediodía, el Segundo Ciclo subió a la
biblioteca para realizar su oración. Esta vez, el
profesor Hernán acompañado de los alumnos de 8º Básico
nos recordaron los momentos de Jesús con sus discípulos
y el diálogo de aquella noche. La oración fue dividida
en cuatro momentos: Jesús glorifica al Padre, Jesús ora
por sus discípulos, Jesús ora por la unidad de todos los
que crean en Él, y Jesús envía a sus amigos a vivir en
el amor. En cada uno de estos momentos se hizo oración,
se cantó y tuvimos la participación de Jesús (el
profesor Hernán) a quien los alumnos escuchaban con
mucha atención y respeto. Finalmente, compartimos el
pan. La invitación para todos, fue a vivir los días que
venían con la mayor intensidad.
La Alegría de la Resurrección
El lunes de Pascua, tuvimos dos regalos: el ingreso fue
más tarde y los alumnos podían venir con ropa fashion.
Iniciamos la mañana con la oración correspondiente a la
alegría Pascual y por la tarde se realizó una jornada de
entretenidos concursos y competencias, que dieron la
nota festiva a la Semana.
Los más pequeños, celebraron la
Resurrección el día martes, con la oración que estuvo a
cargo de los 3º Básicos.
Así, vivimos este tiempo especial en el Colegio Hermano
Fernando, recordamos el paso de Jesús por nuestra vida,
desde las experiencias cotidianas al paso de la muerte
en la cruz, para llegar a la Resurrección.
En este Tiempo Pascual, seguiremos alegres
porque Jesús vive en medio de nosotros, nos esforzaremos
en mantener presente este hermoso Misterio Pascual, que
es vida y amor, procurando que nuestra labor cotidiana
sea una constante manifestación de la presencia de Dios
en medio de nuestros niños y familias.