Desde los inicio de la Congregación, San Marcelino consagró a María como su guía, esto se recoge a lo largo del Modelo Marista, un ejemplo en donde se refiere a esta fiesta es el número 72:

“La Congregación en el día de hoy se siente llamada a trabajar para que nuestra Iglesia tenga cada vez más rasgos marianos. Este desafío ya estuvo presente en los inicios de la Sociedad de María. El Hno. Emili Turú, Ex SG, anima esta misión con mucha fuerza. En su Circular: “Nos dio el nombre de María”, al presentarnos tres iconos marianos ofrece pistas claras de cómo hacer para que la Iglesia adquiera este rostro mariano. María en la Anunciación aparece como modelo de apertura al Espíritu y anima a escuchar atentamente en el silencio, a abandonarse a la acción del Espíritu y a ser contemplativos en la acción. En la Visitación “parte deprisa, ”enseñándonos a vivir la vida como servicio, a lavar los pies de los demás, de modo especial a los niños y jóvenes más vulnerables, a saber mirar a las personas “desde abajo”, a llevar a Jesús a los demás y a salir para auxiliarlos “sin demora”. En Pentecostés, construye comunidad y colabora en el renacimiento espiritual de los discípulos. Su presencia en medio de los apóstoles, consolando y alentando, es un aliciente para que nuestras comunidades religiosas o laicales o educativas sean lugares donde se desarrollan las cualidades humanas y espirituales.”

Según la tradición cristiana unos 14 años después de la Ascensión de Jesús, María ya siendo una mujer mayor para la expectativa de vida de aquella época, se encontraba en su casa descansando cuando se quedó dormida, al ocurrir esto dos ángeles del Señor subieron a la madre de Cristo al cielo.

El 1 de noviembre de 1950 se publicó la constitución apostólica Munificentissimus Deus en la cual el papa Pio XII, basado en la tradición de la Iglesia católica, tomando en cuenta los testimonios de la liturgia, la creencia de los fieles guiados por sus pastores, los testimonios de los Padres y Doctores de la Iglesia y con el consenso de los obispos del mundo, declaraba como dogma de fe la Asunción de la Virgen María.