Semana Santa es un tiempo de reflexión, en el cual volvemos a vivir, la pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios, quien se entrega por nuestros pecados.

Jueves Santo es el día en que conmemoramos la Última Cena, momento de suma importancia para el Cristianismo ya que es aquí donde Jesús al partir el pan y repartir el vino instaura el Sacramento de la Eucaristía, compartiendo con nosotros su cuerpo y su sangre consagrada. También Cristo vaticinará su traición por parte de Judas Iscariote y subirá a orar al Monte de los Olivos, en donde será apresado.

El Viernes conmemoramos el Calvario, Jesús tras ser apresado, torturado y ninguneado, compadece antes el Cónsul Romano Poncio Pilatos, quien al no encontrar crimen alguna, lo envía donde Herodes, quien tampoco lo condena y devuelve a la autoridad romana. Finalmente y a pedido del Pueblo Judío, Pilatos se lava las manos y condena a Jesús a morir en la cruz. Por la tarde las distintas comunidades cristianas a lo largo del mundo realizan el tradicional Vía Crucis, viviendo las estaciones por las que Jesús debió pasar cargando su cruz hasta el monte Calvario. Tras una larga agonía, Jesús muere a eso de las tres de la tarde, con su madre, su discípulo Juan y María Magdalena a los pies de la Cruz.

El Sábado Jesús permanece en el Sepulcro, por lo que no hay eucaristía este día, esperamos paciente y esperanzadamente hasta la Vigilia Pascual, para así celebrar el domingo la Resurrección gloriosa del señor, Episodio Central del Cristianismo, ya que refuerza el mensaje de vida eterna de Jesús, la muerte en la cruz no es el fin, es el comienzo y la invitación a la vida eterna con el Señor.