Estimada Comunidad Marista del Instituto Alonso de Ercilla, con mucha tristeza en el corazón hemos recibido la noticia que ha partido a la casa del
Padre, nuestro querido profesor, maestro y amigo Jorge Gutiérrez Muñoz, quien ha sido un educador de excepción, en el más amplio y profundo sentido de lo que significa la delicada responsabilidad de formar vidas en desarrollo.
Para todas las generaciones de maristas que tuvieron el privilegio de conocerlo y recibir sus enseñanzas, fue mucho más que un profesor e inspector; fue un consejero de vida, un compañero de ruta, un amigo cercano que nunca partirá de nuestros corazones, porque su particular forma de ser, que le permitía transitar con inusual y sorprendente habilidad, desde una enorme sabiduría intelectual -siempre abierto a compartirla generosamente- a un agudo y punzante sentido del humor, que hacía que sus exigencias académicas nunca fueran resistidas, sino siempre agradecidas, pese a que sus
estándares eran muy elevados. Y lo digo con conocimiento de causa porque también tuve el privilegio de ser su alumno, por allá en la década del ochenta, y luego, la vida me permitió ser su colega, jefe -al cual él siempre guardo plena fidelidad- y su amigo.
Hoy la noticia de su partida, motivó cientos de llamadas telefónicas, whatsapp y mensajes para compartir la herencia intangible pero indeleble que dejó en todos nosotros; compartiendo recuerdos, relatos y las narrativas infaltables de las muchas anécdotas vividas con él.
Se fue “el Chunchulo” de esta tierra. Partió con su sabiduría y su nobleza de hombre bueno, y buen hombre, a ilustrar el cielo y animarlo con sus historias. Encarnó viva y fielmente el mensaje evangélico del Buen Pastor: “No vengo a ser servido, sino a Servir”.
Que nuestra Buena Madre María -de la cual era devoto- lo acompañe en el tránsito a la vida eterna, para que descanse en paz, y de consuelo a su familia, a la espera de reunirnos nuevamente con él, cuando Dios lo disponga.
Ernesto Reyes Plaza
Delegado de la Misión Marista en Chile