Los Colegios Maristas de Chile tienen como misión "ser discípulos de Marcelino Champagnat, hermanos y laicos, juntos en la misión, en la Iglesia y en el mundo, entre los niños y jóvenes, especialmente los más desatendidos".

Así, su objetivo educativo es "lograr colegios de excelencia educativa que, inspirados por el Evangelio y el carisma marista, estén comprometidos en la construcción del Reino de Dios". Un colegio marista hace posible a cada alumno y alumna descubrir su vocación y sus aptitudes para ponerse al servicio de los demás, valora a la familia como primera educadora de los hijos, la acoge y se hace cercana a ella y le ofrece espacios de participación.

Lo integra un equipo de educadores, hermanos y laicos, que entregan su ser con afecto y su saber con calidad. Es característico de los colegios maristas un estilo de ser y hacer que imprime una identidad y una espiritualidad característica que se expresa en las relaciones que se establecen con los alumnos, sus familias, los educadores, el personal administrativo y los directivos del colegio.

Hermanos y laicos participan en la misión de la Iglesia: "Amamos y seguimos a Jesús a ejemplo de María y reconocemos en el pesebre, el altar y la cruz los lugares de referencia donde nos inspiramos". Un colegio marista evangeliza además desde la totalidad de actividades que conforman el currículo y los valores que lo caracterizan son la sencillez, tener a María como presencia habitual, el abandono confiado en el Señor, fortalecer el espíritu de familia, el amor al trabajo, la presencia y la cercanía.

La excelencia educativa a la que aspiran los colegios maristas pasa necesariamente por la fidelidad a la misión recibida del Espíritu Santo a través del Fundador. Desde su propio contexto, pero con la misma intuición, Marcelino Champagnat dio ejemplo de aprecio por la obra bien hecha y demostró sentido práctico para resolver oportunamente las más diversas situaciones.