A 13 años de su entrega generosa en África,
el 31 de octubre se recuerda la muerte de Fernando,
Miguel, Servando y Julio.
El mes de agosto de 1994, la Asamblea y Consejo de
Distrito de los Hermanos de Ruanda toma la decisión de
estar presente con todos los ruandeses. Dentro del país
se abren de nuevo tres comunidades que centran su misión
en escuelas.
Tuvieron la intuición de crear un proyecto de educación
muy en sintonía con nuestro XIX Capítulo General:
integrado en la Iglesia, con plena colaboración y
responsabilidad de laicos y respondiendo a las
necesidades del entorno.
Y todo ello estaba animado por una
comunidad fraterna de consagrados que, en las
dificultades, era centro de referencia porque inspiraba
confianza. Cuando nos ven es como si vieran a Dios, le
decía Julio a su madre.
Femando de la Fuente vivió la mayor parte de su vida en
Chile, donde fue formador y consejero provincial. Apenas
llevaba un año en el Zaire. El 23 de octubre fue
invitado por el Superior de entonces a continuar medio
año más en Nyamirangwe y su respuesta fue: Estaba
esperando tu invitación y te aseguro que me haces un
gran regalo. Muchas gracias por esta buena nueva que me
das.
Miguel Ángel Isla vivió 13 años en Argentina y 22
en Costa de Marfil, donde fue superior del Sector. Julio
Rodríguez llevaba 14 años en Zaire. Para Servando Mayor ésta fue
su primera experiencia misionera y se desempeñaba como superior
de la comunidad de Bugobe.
Fueron asesinados el día 31 de octubre sobre las 20 horas. Al
parecer mueren por efecto de balas. Los autores del crimen son
las milicias Interhamwe (del anterior gobierno de Ruanda). Los
cuatro cadáveres fueron sacados de una fosa séptica el pasado
día 14 y enterrados en nuestra casa noviciado de Nyangezi.
Los pretextos para asesinarlos pueden ser varios,
pero lo único seguro es que a pesar de los riesgos que corrían
decidieron quedarse junto a miles de personas, víctimas del
pánico y la presión del momento: No podemos abandonar a quienes
ya están abandonados de todos, decían.